miércoles, 11 de octubre de 2017

SUEGRA Y NUERA. / REFLEXIÓN


Una joven llamada Lili se casó y se fue a vivir con su marido y su suegra. Después de un tiempo, no se entendía con ella; sus personalidades eran muy diferentes y Lili fue irritándose con los hábitos de su suegra, por lo que los problemas fueron agravándose.
Los meses pasaron, y las discusiones, eran cada vez más fuertes. De acuerdo con una antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a la suegra y obedecerla en todo, pero Lili, al no soportarla, decidió tomar una decisión y visitar a un amigo de su padre.
Después de oírla, él tomó un paquete de hierbas y le dijo: –No deberás usarlas de una sola vez para liberarte de tu suegra, porque ello causaría sospechas. Deberás darle varias hierbas que irán envenenando lentamente. Cada dos días pondrás un poco de estas hierbas en su comida. Ahora, para tener certeza de que cuando ella muera nadie sospechará de ti, deberás tener mucho cuidado y actuar de manera muy amigable. No discutas, ayúdala a resolver sus problemas. Recuerda: Tienes que seguir todas mis instrucciones al pie de la letra.
Lili respondió: –Sí, Sr. Huang, haré todo lo que me pida, y regresó para comenzar el proyecto de asesinar a su suegra.
Pasaron las semanas y cada dos días, Lili servía una comida especialmente tratada a su suegra.
Siempre recordaba lo que el Sr. Huang le había recomendado sobre evitar sospechas, y así controló su temperamento; obedecía a la suegra y la trataba como si fuese su propia madre.
Después de seis meses, la casa entera estaba completamente cambiada. Lili había controlado su temperamento y casi nunca la aborrecía. En esos meses, no había tenido ni una discusión con su suegra, que ahora parecía mucho más amable y más fácil de lidiar con ella. Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como madre e hija.
Un día Lili fue nuevamente en procura del Sr. Huang, para pedirle ayuda y le dijo: –Querido Sr. Huang, por favor ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra, ella se ha transformado en una mujer agradable y la amo como si fuese mi madre. No quiero que ella muera por causa del veneno que le di.
El Sr. Huang sonrió y le dijo: –Lili no tienes por qué preocuparte. Tú suegra no ha cambiado, la que cambió fuiste tú. Las hierbas que te di, eran vitaminas para mejorar su salud. El veneno estaba en su mente, en su actitud, pero fue echado fuera y sustituido por el amor que tu empezaste a darle.
La mayor parte de las veces recibiremos de las otras personas lo que les damos por eso acuérdate siempre:
«Ya que la cosecha es segura, tengamos cuidado con lo que sembramos»
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QUINCE MINUTOS EN COMPAÑÍA DE JESÚS SACRAMENTADO



No es preciso, hijo mío, saber mucho para agradarme mucho; basta que me ames con fervor. Háblame, pues, con sencillez, como hablarías a tu madre, a tu hermano. ¿Necesitas hacerme en favor de alguien una súplica cualquiera? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien el de tus hermanos y amigos; dime en seguida qué quisieras que hiciese actualmente por ellos. Pide mucho, mucho, no vaciles en pedir; me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos, para atender a las necesidades ajenas. Háblame así, con sencillez, con llaneza, de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras ver otra vez a tu lado.

Dime por todos una palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón ; y ¿no ha de salir del corazón el ruego que me dirijas por aquellos que tu corazón especialmente ama?

Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Hazme, si quieres, una lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia. Dime francamente que sientes -soberbia, amor a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente... ; y pídeme luego que venga en ayuda de los esfuerzos, pocos o muchos, que haces para quitar de ti tales miserias.

No te avergüences, ¡pobre alma! ¡Hay en el cielo tantos justos, tantos Santos de primer orden, que tuvieron esos mismos defectos! Pero rogaron con humildad... ; y poco a poco se vieron libres de ellos.

Ni menos vaciles en pedirme bienes espirituales y corporales: salud, memoria, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios; todo eso puedo darte, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué necesitas? ¿qué puedo hacer por tu bien? ¡Si supieras los deseos que tengo de favorecerte !

¿Traes ahora mismo entre manos algún Proyecto? Cuéntamelo todo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿qué piensas? ¿qué deseas? ¿qué quieres que haga por tu hermano, por tu amigo, por tu superior? ¿qué desearías hacer por ellos?

¿Y por Mí? ¿No sientes deseos de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tus prójimos, a tus amigos, a quienes amas mucho, y que viven quizás olvidados de Mí?

Dime qué cosa llama hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente, y con qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te sale mal tu empresa, y yo te diré las causas del mal éxito. ¿No quisieras que me interesase algo en tu favor? Hijo mío, soy dueño de los corazones, y dulcemente los llevo, sin perjuicio de su libertad, adonde me place.

¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame, alma desconsolada, tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿quién lastimó tu amor propio ? ¿quién te ha despreciado? Acércate a mi Corazón, que tiene bálsamo eficaz para curar todas esas heridas del tuyo. Dame cuenta de todo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mí todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición.

¿Temes por ventura? ¿Sientes en tu alma aquellas vagas melancolías, que no por ser infundadas dejan de ser desgarradoras? Échate en brazos de mi providencia. Contigo estoy; aquí, a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo, ni un momento te desamparo.

¿Sientes desvío de parte de personas que antes te quisieron bien, y ahora olvidadas se alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega por ellas, y yo las volveré a tu lado, si no han de ser obstáculo a tu santificación.

¿Y no tienes tal vez alegría alguna que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella a fuer de buen amigo ?

Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreir tu corazón. Quizá has tenido agradables sorpresas, quizá has visto disipados negros recelos, quizá has recibido faustas noticias, alguna carta o muestra de cariño; has vencido alguna dificultad, o salido de algún lance apurado. Obra mía es todo esto, y yo te lo he proporcionado: ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud, y decirme sencillamente, como un hijo a su padre: « ¡Gracias, Padre mío, gracias!»? El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al bienhechor le gusta verse correspondido.

¿Tampoco tienes Promesa alguna para hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se les engaña fácilmente; a Dios, no. Háblame, pues, con toda sinceridad. ¿Tienes firme resolución de no exponerte ya más a aquella ocasión de pecado? ¿de privarte de aquel objeto que te dañó? ¿de no leer más aquel libro que exaltó tu imaginación? ¿de no tratar más aquella persona que turbó la paz de tu alma ?

¿Volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra a quien, por haberte faltado, has mirado hasta hoy como enemiga?

Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habituales, al taller, a la familia, al estudio... ; pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos, en la soledad del santuario. Guarda, en cuanto puedas, silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo. Ama a mi Madre, que lo es también tuya, la Virgen Santísima, y vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso, más entregado a mi servicio. En mi Corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.


HAZLO TODO POR EL.

Deposito, Jesús de mi vida;
Todas las cosas que tengo que hacer en este día,
En tu Corazón Divino
Y las empapo en tu Sangre Preciosísima,
Para que no sea para mí:
Carga que me oprima,
Preocupación que me turbe,
Espina que me quite la paz.
Sino que cada ocupación sea para mí
Un acto de amor a Ti
Que le dedique a cada uno su tiempo,
Con calma y tranquilidad;
Sin que antes de hacerla me cause ansiedad,
Ni después me robe la atención.
Sino que en cada instante permanezca
Hundido mi espíritu,
En la paz dulcísima e inalterable
De tu amabilísimo Corazón. 
Amén.


¿QUÉ PUEDO HACER PARA MEJORAR EL MUNDO?




Cualquier persona medianamente interesada por el resto de sus semejantes, se ha planteado en más de una ocasión esta pregunta. En la actualidad, raro es el día en que las noticias no incitan a cuestionarse el propio comportamiento: ¿cómo puedo seguir llevando este estilo de vida cuando la gente está muriendo de hambre en Somalía, cuando los habitantes de un país se matan entre sí, cuando el color de la piel o la carencia de pasaporte es un estigma que conduce a la muerte, cuando ... ?
Y la respuesta no suele ser otra que una desconsoladora confesión de impotencia. ¿Qué voy a hacer yo frente a problemas de tales dimensiones? Por eso razonamos de la siguiente manera: no estoy en condiciones de arreglar nada. ¡Falaz razonamiento! Aunque cueste creerlo, hay que contestar que sí. No se me pide que logre detener todas las guerras, sólo que siembre un poco de amor a mi alrededor; no se me exige que calme la necesidad de todos los hambrientos, tan sólo que destine una buena parte de mis ahorros a quienes los necesiten; nadie me obliga a consolar a los millones de seres que necesitan apoyo, únicamente se me pide que sea un poco de alivio para cuantos están cerca de mí. Nada más se me puede exigir, y tampoco nada menos. Y con estas acciones conseguiremos hacer recapacitar a los que nos contemplan y quizá cunda el ejemplo...
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viernes, 6 de octubre de 2017

EL BORDADO DE DIOS.



Cuando yo era pequeño, mi mamá solía coser mucho. Yo me sentaba a sus pies y la observaba mientras ella bordaba.
Al observar lo que hacía, desde una posición más baja, siempre le decía que lo que estaba haciendo me parecía muy raro y complicado. Ella me sonreía, me miraba y gentilmente me decía: "Hijo, ve afuera a jugar un rato y cuando haya terminado mi bordado te pondré sobre mi regazo y te dejaré verlo desde mi posición".
Yo no entendía por qué ella usaba algunos hilos de colores oscuros y por qué me parecían tan desordenados, pero unos minutos más tarde mi mamá me llamaba y me decía: "Hijo, ven y siéntate en mi regazo."
Al hacerlo, yo me sorprendía y emocionaba al ver la hermosa flor o el bello atardecer en el bordado. No podía creerlo; desde abajo no se veía nada, todo era confuso. Entonces mi madre me decía: "Lo ves, hijo mío, desde abajo todo lo veías confuso y desordenado y no te dabas cuenta de que arriba había un orden y un diseño”.Cuando lo miras desde mi posición, sabes lo que estoy haciendo."Muchas veces a lo largo de los años podemos mirar al cielo y mantener una conversación como esta con Dios.
Padre, ¿qué estás haciendo?, no entiendo nada. Querido hijo, estoy bordando tu vida. Pero se ve todo tan confuso y desordenado, los hilos parecen tan liados. Hijo, ocúpate de tu trabajo y no quieras hacer el mío. Un día te traeré al cielo y te pondré sobre mi regazo y verás el plan y el diseño desde mi posición. Entonces entenderás.
Muchas veces vemos que nuestras vidas son complicadas, atravesamos situaciones confusas, dolorosas e inciertas, pero no desesperes. No estás solo, eres valioso para Dios, y Él no se ha olvidado de ti.
“Si lo miras a Él, en lugar de mirar sólo las dificultades, verás que siempre te ha acompañado. Siempre ha estado a tu lado y continuará haciéndolo todos los días”

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